¿Qué tienen los juegos de bloques?
Resulta que este clásico conocido desde al menos el siglo XVII está lleno de virtudes para los ámbitos cognitivo, psicomotriz y creativo de nuestros niños.
A continuación recordamos sus puntos fuertes y os damos algunas instrucciones para acompañar satisfactoriamente (y hacer lo más productivos posible) los juegos de vuestros hijos con los bloques.
Las ventajas de jugar con bloques
Los juegos de bloques ayudan a desarrollar de forma temprana y precisa la visión espacial y la coordinación ojo-mano. Para entendernos: por un lado, que son capaces de representar y “mover” un objeto en su cabeza de forma más precisa; y por otro, que gestionan mejor eso de ver un objeto, cogerlo y colocarlo en el lugar de destino que elijan. Aunque desde lejos no lo parece, el de los bloques puede ser un perfecto juego colaborativo en el que varios niños aportan diferentes puntos de vista, planteamientos y técnicas para construir. Se activan así habilidades sociales de coordinación y negociación para poder levantar juntos un proyecto común. Pocas cosas entretienen y al mismo tiempo desarrollan la creatividad de un niño que las proyecciones del trabajo adulto (lo que hacen los mayores). Y los mayores construyen casas, puentes, torres, muros… Por no hablar de la creación de figuraciones y versiones propias de seres vivos, vehículos u objetos cotidianos. Ver un proyecto acabado les da seguridad en sí mismos y un plus de autoestima.
Técnicas básicas de construcción para padres
Elige un juego de bloques que sea idóneo para su edad. Es decir, dale bloques no muy pequeños o muy difíciles de sujetar y que se puedan chupar y morder si son niños muy pequeños, y vete complicándoles las cosas a medida que vayan creciendo. A desafíos mayores y más complejos, mayores posibilidades y satisfacción en el juego. La tentación de hacerle tú las cosas es fuerte… Juega con ellos sin acaparar. No guíes excesivamente sus acciones, déjalos que fluyan, que se equivoquen, hagan estructuras precarias que se colapsarán necesariamente. Aprender es probar, fallar y corregir por uno mismo. Tu papel es animarlos para que no desfallezcan, y mostrarles que hay otros caminos, sin explicitar cuáles. ¡También para celebrar sus éxitos, claro!