Muchos niños son desordenados cuando son pequeños: no recogen la ropa, se les olvidan los libros para hacer sus deberes, no saben dónde guardan sus juguetes, algunos niños se organizan bien de forma natural, pero a otros les cuesta más aprender, por ello te damos las claves que podrán aplicar en cualquier tarea para que se vayan convirtiendo en personas ordenadas.
1-Tener acceso a las cosas que debe ordenar
Para que el niño pueda organizar sus cosas, el espacio debe ser accesible para él, que esté a su alcance. Debemos colocar todo a una altura considerable respecto al niño: estanterías, perchas, cajones... De esta forma aunque al principio tengamos que enseñarles qué va en cada espacio y supervisarlo, al cabo de un tiempo podrán hacerlo ellos solos.
2. Involucrarlos en las tareas domésticas
Para que nuestros hijos sean responsables debemos otorgarles esa responsabilidad. No valen las excusas de "desordena más que ordena" o "yo tardo menos tiempo". Debemos ser pacientes y dejar que el niño se involucre en las tareas de la familia, así se sentirá unido a ellas. Estas tareas como es obvio estarán ligadas a su edad: recoger la mesa, hacer la cama, lavarse los dientes*
3. Conviértelo en un juego
La tarea le resultará más amena si lo entiende como una forma de divertirse. Podéis establecer un minuto a ver quién recoge más juguetes o inventar canciones divertidas que puedan asociarse a estas tareas.
4. Busca un orden lógico
Darle sentido a la tarea de ordenar es fundamental. Reservar un espacio para cada cosa les ayudará a entender el sentido de esta tarea. Por ejemplo, en una estantería irán los libros, en otra los juegos de mesa, un cajón para los peluches* Incluso puedes pintar cada cajón de un color diferente o pegar en cada uno de ellos una etiqueta con el dibujo de las cosas a las que está destinado.
5. Predicar con el ejemplo
Para los más pequeños somos un modelo de conducta, todo lo que ven en nosotros lo repetirán después ellos. Debemos mostrarle como nosotros hacemos la cama, nos lavamos los dientes o incluso recogemos la cocina para que así ellos lo interioricen. Hagamos de ese orden algo lógico, reservar un espacio para cada cosa: en un lado los libros, en otro los juegos de mesa, en otro los peluches, etc.
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